UN TRASPLANTE EN LA FAMILIA

Por: Raquel Jiménez Pérez
Médico de Familia

Mi suegro tiene Hepatitis C...bueno, tenía. Afortunadamente, después de remplazar su hígado y tratar al virus con el nuevo antiviral podemos decir que ya no tiene ni hepatitis ni cirrosis. Está curado. Apenas hace un año del trasplante , por lo que no se puede cantar victoria, pero yo canto de alegría al saber que el abuelo de mis hijos podrá disfrutar de ellos mucho tiempo.

Hace 6 años que le conozco, y no puedo contaros lo que pasó previamente, aunque todo empezó con un hallazgo ocasional al hacer una analítica rutinaria: positivo para hepatitis c...sin actuaciones de riesgo aparentes ( no ha sido adicto a drogas, no ha sido promiscuo...) , aunque si un abuso de alcohol en su juventud que aceleró las cosas , sin duda. Él tiene dos hijos, de 31 y 34 años y cuando su mujer le dio a elegir ( “o el alcohol o tu familia”) tomó la decisión correcta para poder sobrevivir y vivir.

Cuando yo le conocí, tenia una cirrosis avanzada. Es joven, tiene 55 años ahora. Había intentado  varios tratamientos con antivirales habituales sin resultado ya que el virus seguía activo en él. Es verdad que al dejar el alcohol la cirrosis ralentizó mucho su avance, pero el virus siguió haciendo de las suyas. Un hallazgo en una ecografía rutinaria nos desveló un tumor secundario al virus. Le operaron hace ya 4 años y salió bien. Él es un hombre fuerte y no dejó de trabajar apenas el tiempo para operarse. Siguió con tratamientos para evitar que se le acumulase liquido, pero unos años después, en 2013, otras 2 imágenes sospechosas en la ecografía desencadenaron una batería de pruebas, TAC, Resonancia, PET, análisis … que dieron como resultado “la espada de Damocles” sobre su cuello. Se confirmaba así la aparición de nuevo del cáncer .
Nos encontrábamos por entonces en medio de la crisis económica y social en España, y la lista de espera para tratarle eran  de ¡¡ seis meses¡¡ ¿En serio? ¿ Seis meses de espera para una recaída de un tumor maligno múltiple?...estaban condenando a mi suegro y parecía que nadie podía hacer nada.
Yo soy sanitaria y trabajo en Valencia. Aunque me duela decirlo y me sienta un poco frustrada ( que no avergonzada) tuve que recurrir a amistades y profesionales en mi hospital para adelantar el tratamiento. A los 15 días estaba tratado y curado, pero el virus y la cirrosis seguían allí. 

No pasa ni un día en el que piense en toda esa gente que tiene que esperar tratamientos en un tiempo inadmisible y las consecuencias que eso puede tener.
¿A cuántas personas habrá matado el descenso de personal en hospitales y centros de salud?

Meses mas tarde su hepatólogo nos confirmó que el riesgo de recidiva de tumor era muy alto, por lo que iban a proponerle para la lista de trasplantes.

Es un cambio de vida estar en esa lista, una responsabilidad, una atadura ( no poder viajar a mas de 150 km de tu hospital de referencia) , es una disponibilidad constante. Es como casarte de nuevo, pero con un cirujano. Esperar a que tu vida se cruce en un momento determinado con la suya sin que ninguno de los dos pueda elegir, pero estar dispuestos a dejarlo todo y encontraros en ese quirófano...ambos de verde...ambos seguros y confiando el uno en el otro...sin conocerse previamente.  Una relación que dura horas...días...pero que perdura para siempre.

Nuestro hígado ( el de toda la familia) llegó un puente de agosto, hace unos 10 meses.
Los desplazamientos en coche por las vacaciones de verano aumentaban las probabilidades de que jóvenes con cuerpos fuertes y sanos tuviesen un accidente y destrozaran sus vidas para salvar a otras. Un acto de generosidad inmenso e indescriptible. Pero antes de llegar ese milagro, hubo antes una falsa alarma. Un hígado que no era compatible, pero que hizo latir nuestros corazones más fuertes y a mayor velocidad. Y así comenzamos a aprender a esperar. Por suerte, no tuvimos que hacerlo demasiado . Tan sólo dos o tres meses. Una llamada, una esperanza que salvaría a mi suegro.
Yo no estaba en Madrid, sino en Valencia , trabajando. Acabé mi guardia de 24h y fuí para allá. Al llegar todo estaba hecho. En la UCI , Jesús, descansaba envuelto en tubos e hinchado, como si estuviera ya habituándose a ser otra persona. La incertidumbre de cuánto duraría la recuperación se resolvió por sí misma. El cuerpo tiende a volver a su estado inicial, y él es un hombre activo y trabajador asique  en  4 dias subió a planta. ¡INCREIBLE!- pensé yo. Algo tan complejo y que nuestro cuerpo sea capaz de reconocerlo tan rápido...
Su madre, una señora muy mayor lloraba cada vez que lo veía. Yo creo que sólo le miraba la cicatriz y no a los ojos, porque desde el primer momento que le vi, supe que todo iba a salir bien... Supongo que es ese pesimismo de que va a salir todo mal que tienen las personas mayores aprendido de la oscura etapa de la posguerra.

La recuperación fue sorprendentemente rápida y fácil. En unos 15 días ya estaba en casa.
Gracias al cariño de su mujer y sus hijos , a la atención de los profesionales de salud que querían redimir, supongo,  su error anterior, Jesús es un hombre nuevo. En realidad es el mismo, con sus mismos defectos y sus mismas virtudes, pero algo ha cambiado en su mirada. Quizás ahora se atreva a  mirar más allá... No todos los días puedes decir que le plantaste cara a una enfermedad crónica y de mal pronostico y la venciste.

Ese trasplante, esa eficacia , esa generosidad nos ha agrandado la vida.


Cuatro día después del transplante, abuelo y nieta pudieron conocerse por primera vez.

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